Staff Reporter
A pesar de que ya llevan tiempo circulando en nuestras calles –de forma silenciosa y sin emitir CO2–, los vehículos eléctricos siguen siendo unos grandes desconocidos en nuestro país. Todavía son muy pocos los conductores y conductoras que tienen un EV, y aún menos quienes se han informado adecuadamente sobre las características de los coches del futuro. Por eso hay tanta desinformación en torno a ellos.
En el centro de las especulaciones se encuentran las baterías de ion-litio, encargadas de garantizar la autonomía de los EVs, y un auténtico misterio para quienes nunca han conducido uno. ¿Cuánto dura la batería de un EV? ¿Se puede incendiar? ¿Es contaminante? Los vehículos eléctricos son mucho más ecológicos que su contraparte de gasolina, pero es cierto que sus baterías necesitan pulir algunos problemas. Vamos a verlos.
Las emisiones de su fabricación
Para comenzar, las baterías de ion-litio de los coches se fabrican mediante un proceso muy intensivo en términos energéticos, así que un EV emite más CO2 que un coche de gasolina durante su fabricación. Es importante tener presente que esto solo se da durante la fabricación del coche, y que, cuando añadimos la vida útil del vehículo a la ecuación, un EV es muchísimo más ecológico que un coche de gasolina. Esto debe quedar muy claro.
Las empresas automotrices están adaptando además medidas para reducir las emisiones de CO2 derivadas de la fabricación de baterías. Estas medidas incluyen la instalación de paneles solares en las fábricas, la optimización de los procesos de fabricación, la evaluación de la calidad del litio mediante análisis de valoración química, o, incluso, el desarrollo de nuevas baterías basadas en otros elementos como potasio y, sobre todo, el sodio.
Los tiempos de carga excesivos
Una ventaja que tiene un coche de gasolina frente a un vehículo eléctrico es el tiempo que tardamos en cargarlo: apenas unos minutos en un coche de gasolina –lo que nos toma llenar el depósito en la gasolinera–, frente a varias horas en un EV. Sin embargo, el sistema de carga de los EVs presenta otras ventajas que no están presentes en los vehículos de gasolina. Por ejemplo, podemos cargarlos en un centro comercial o, incluso, en el garaje de casa.
Es cierto que no todo el mundo tiene un garaje donde cargar su EV durante la noche. Sin embargo, los puntos de carga de los vehículos eléctricos se pueden instalar casi en cualquier parte donde haya un cable. En algunas áreas de ciudades como Barcelona se pueden cargar los EVs mientras están simplemente estacionados en la calle, y los grandes edificios de oficinas tienen muchos incentivos para instalar puntos de carga en sus parkings.
La durabilidad de la batería
Hablamos de la durabilidad de la batería porque su autonomía hace tiempo que dejó de ser un problema. Hoy en día, puedes tener incluso más autonomía con un EV que con un vehículo de gasolina –dependiendo del modelo–, pero existen dudas sobre cuántos años durará la batería de un EV, considerando que cualquier batería recargable tiende a ver reducida su capacidad con el paso del tiempo.
Los vehículos eléctricos son relativamente nuevos, así que es imposible saber ahora mismo cuántas décadas durará una batería de un EV. En previsión de una eventual reducción en el rendimiento de estas baterías, fabricantes como Tesla ofrecen a sus clientes el reemplazo de la batería de forma gratuita si su capacidad cae por debajo de ciertos límites. Además, futuras baterías basadas en sodio podrían tener una durabilidad mucho mayor.
El sabotaje en los puntos de recarga
Este último problema no está tan relacionado con las baterías en sí, sino con los puntos de recarga de vehículos eléctricos en las zonas urbanas. Se han dado muchos casos de sabotajes o robos de cables y componentes en estas estaciones, a pesar del claro peligro que supone manipular sus componentes. Algunos conductores de Tesla se han visto en la necesidad de conducir hasta el siguiente punto de recarga ante este problema.
En cierta medida, se trata de un problema derivado de la conveniencia de los métodos de carga eléctricos, que no requieren de personal de mantenimiento y, en consecuencia, pueden estar más expuestos al vandalismo. La solución, en este caso, no pasa tanto por los fabricantes de los EVs como por las empresas a cargo de los puntos de recarga y, sobre todo, de las autoridades que deben velar por la seguridad en nuestras ciudades y carreteras.
